En los últimos cincuenta años, ha habido un puñado de álbumes seminales e innovadores que realmente cambiaron el curso de la historia de la música popular. LPs como Kind of Blue de Miles Davis, Live at the Apollo de James Brown, Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Bandde los Beatles y Never Mind the Bollocks de los Sex Pistols abrieron nuevas puertas, crearon nuevas posibilidades y sugirieron nuevas direcciones tanto a otros músicos como al personal de las discográficas y a los aficionados.

Cada uno de estos álbumes, a su manera, definió un momento en el tiempo, captó el Zeitgeist de una época y ayudó a crear un subgénero musical en el proceso. Haber creado un álbum así a lo largo de una carrera es un logro embriagador. Haberlo conseguido dos veces, como hizo Isaac Hayes con Hot Buttered Soul y Shaft, le coloca a uno en una compañía extremadamente enrarecida.