Harry Belafonte no es un cantante de rock & roll. Nunca fue una estrella del rock. Este hijo de padres caribeños, nacido en 1927 en un crisol de Harlem de clase trabajadora, nunca vivió una vida de estrella del rock. De hecho, como le dijo al escritor Henry Louis Gates Jr., cuando entraba en ciertas habitaciones, la reacción era: «‘Aquí viene el Sr. Conciencia’, y toda la cocaína abandonaba la habitación, ¿sabes?».

Pero Harry Belafonte es inconfundiblemente rock & roll. Todos los músicos populares que han conseguido (o fracasado) casar política y fama tienen que agradecérselo a Harry Belafonte. Bob Marley, Bob Dylan, Bono, the Clash, Marvin Gaye, John Lennon, Rage Against the Machine, Public Enemy… añade tus propios nombres. Todos ellos se apoyan en los anchos hombros de Belafonte. A lo largo de una carrera que ha abarcado el escenario, la pantalla, la televisión, el calipso, el folk, el pop, trece presidentes, el fin de la segregación, el triunfo de los derechos civiles y el asesinato de sus líderes, Belafonte ha transmitido la rabia y la agitación que -en sus mejores momentos- son lo que promete el rock & roll.