El productor tenía miedo de perder su trabajo. El estudio apenas era solvente. El ingeniero luchó durante doce tomas intentando conseguir algo utilizable. La discográfica no creía realmente en la canción, ni en el artista, ni siquiera en el rock & roll. De tal pesimismo surgió la burbujeante magia de «Be-Bop-a-Lula», y una carrera que nació bajo un mal signo.

Harold y Owen Bradley habían construido su estudio de Nashville poco más de un año antes de la llegada de Gene Vincent, el 4 de mayo de 1956. Se había construido como base de grabación de música country para Decca Records, pero los tiempos eran difíciles y los hermanos la alquilaban a cualquiera que quisiera utilizarla.