Desde su debut discográfico en 1971, Bonnie Raitt ha demostrado fielmente una catolicidad de corazón. A lo largo de tres décadas, ha ensayado casi todas las facetas del blues -y del pop estadounidense derivado del folk-, desde Robert Johnson a la Motown, desde el blues más chulesco a las baladas contemporáneas más desgarradoras, y sin embargo ha destilado un estilo propio. Una maestra del blues, una consumada cantante pop, una guitarrista legendaria… todo ello la describe, pero ninguno la define plenamente.

Cuando el acertadamente titulado Nick of Time de Raitt arrasó en los Grammy de 1990, el consenso general era que había llegado su hora. En realidad, sin embargo, siempre fue su momento, porque a lo largo de los años Raitt se mantuvo fiel a su visión y a sus fans.